A los veinte, he aprendido que los grandes placeres de la vida se esconden en las pequeñas cosas. Que los mejores días nunca se planean.
A los veinte supe que no sé muchas cosas, pero ahora sé que puedo saberlas.
A los veinte entendí que fácilmente, todo se vuelve difícil. Pero la parte buena, es que es difícil que todo sea fácil, porque es donde actuamos.
A los veinte me esforcé en derramar la gota más gorda de mis lágrimas. Por ahora.
A los veinte tuve la satisfacción de conocer el valor de una sonrisa, o de cualquier expresión.
A los veinte me di cuenta que todo lo que me roba la paz, lo que me resta energía, lo que me calla, siempre intentará estar presente en mi vida. Pero soy yo, la única que puede evitar que todas estas cosas pasen y se pongan cómodas, justo en medio de mi camino.
A los veinte supe que soy tan pequeñita como para poder hacer algo grande.
A los veinte conocí gente que piensa como yo, a sus cuarenta.
A los veinte abrí mis ojos por primera vez, vi lo que existe, lo que yo quiero o no que exista, lo que no debe existir y lo que jamás existirá.
A los veinte sentí palpitar mi corazón, con mis tragedias melodramáticas, pero reales. Lo sentí hincharse y desinflarse. Apagarse y encenderse. Relucir y esconderse.
A los veinte respiré por primera vez, con o sin oxígeno. Dentro o fuera del agua.
A los veinte me conocí, me permití, me enfoqué, solté, acepté, me dejé ir, me prohibí, me dolí y me sonreí. A los veinte me escuché y me otorgué. Me quité y me di.
A los veinte conocí qué es “decidir”, y decidir bien, porque me equivoqué muchas veces.
A los veinte dije sí y dije no. Conviví con sombras fugaces y con otras que sí se quedaron.
A los veinte hice mi primera promesa inquebrantable, con mi alma y mi espíritu. Dije: “Yo, Yo y Yo”. Y los tres juntos hemos decidido ir por ahí.
A los veinte estoy escribiendo esto y sé que:
Esta soy yo. Estoy aquí.
Sí, Falta mucho. Sí, probablemente en diez años escriba algo mejor.
Sí, estoy dispuesta.
Sí, Sí, Sí…
A los veinte le digo sí a la esencia de la vida, a la magia del universo, a las conexiones, al inexplicable destino y a mi propósito.
Ahora, a mis veinte, le digo sí a lo que me dice no.
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